Mediante estiramientos, torsiones y asanas o posturas de yoga, ayudamos a tonificar los músculos y a fortalecer nuestro cuerpo, poniendo especial atención en nuestra espalda, caderas, pelvis y zona del perineo.

La práctica regular nos ayuda a mejorar la digestión, la circulación sanguínea tanto de la madre como la del bebé, a reducir la hinchazón por la acumulación de líquidos y a desarrollar una mayor conciencia de nuestro cuerpo.

Es frecuente pensar que se debe evitar el ejercicio físico para no fatigarse, pero el yoga es una fuente inagotable de energía que renueva cada célula y nos ayuda a revitalizar el cuerpo y la mente. Su práctica no produce fatiga, sino un bienestar interior que favorece el control de la mente, las emociones y el aumento de nuestra consciencia corporal.

La relajación del cuerpo, producto de la práctica del yoga, permite calmar molestias típicas del embarazo como el dolor de espalda, los calambres, etc. Relajar el sistema nervioso nos ayuda a reducir el estrés, la ansiedad, los miedos y el insomnio que pueden provocar los cambios que estamos viviendo.

Otro beneficio que proporciona la práctica suave del yoga durante el embarazo es que permite relajar la musculatura y masajear los órganos que se han movido para dar espacio al bebé. Mediante la respiración y las asanas aliviamos la tensión acumulada en las articulaciones y controlamos los movimientos, entrenando nuestro cuerpo y nuestra mente y preparándolos para el momento del parto.

La toma de conciencia de nuestro cuerpo mediante los ejercicios de respiración (pranayam) nos ayuda a conectar con el bebé y potenciar esta percepción. El yoga prenatal nos acompaña durante todo el proceso del embarazo hasta el parto de forma saludable, segura y cómoda, compartiendo experiencias en grupo y siempre bajo supervisión de un profesional.

 

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