Practicar y aprender las técnicas del yoga, la relajación, los estiramientos, las asanas y
los diferentes tipos de respiración es necesario e imprescindible para una vida
equilibrada y sana. El desgaste emocional durante este año ha sido muy intenso y en
muchas personas ha provocado falta de sueño, bloqueos, tensiones físicas, cansancio y
apatía. Recuperar hábitos sanos de alimentación, de sueño y practicar deporte ha
sido fundamental, así como ir aprendiendo a utilizar todas las vías telemáticas de
comunicación, videoconferencias, jitse meet, zoom y otras plataformas para
mantener los lazos familiares y sociales.

 

Queda en casa


El yoga tradicional de las clases presenciales, este yoga milenario, ha dado paso a las
clases online que han sido un recurso fundamental durante todo este año y han
venido para quedarse. Hemos descubierto que las clases online nos permiten
flexibilidad horaria y sólo necesitamos un espacio de la casa, una yoga mat y ropa
cómoda para practicar. Delante de nosotros, nuestro profesor o profesora y el
contacto directo con otros practicantes de diferentes lugares. Es un tiempo para nosotros,
una clase en la que podemos dejar ir nuestras tensiones y recuperar energía.
El efecto psicosomático de coordinar el movimiento con la respiración tiene
innumerables beneficios. Nos ha ayudado a descentrarnos de la situación y nos lleva a
un estado interno diferente, de calma y de resiliencia. Nuestros pensamientos son más
positivos y también nuestra capacidad emocional de encarar las situaciones. Aprender
a respirar, a conocernos es fundamental en este proceso y en este tiempo que vivimos.

Ha sido una situación extrema la que nos ha empujado a dar ese salto, cierto que
hemos perdido el contacto físico, pero hemos podido seguir practicando juntos.
Compartiendo un espacio virtual que nos ha acercado unos a otros. El Yoga, que
curiosamente significa “unión”, nos ha unido en la práctica. Y se ha sabido adaptar a
nuestra vida cotidiana, entrando esta vez en nuestras casas y en nuestras vidas.